sábado, 20 de febrero de 2010

Las normas de la Iglesia ya no eran las únicas

Sociedad y vida cotidiana

La Constitución de 1824, estableció que la religión era y sería perpetuamente la católica, apostólica y romana, y que la nación la protegería con leyes sabías y justas, prohibiendo el ejercito de cualquier otra. En todo el mundo occidental se respiraban aires de libertad que se oponían a la obediencia de la Iglesia, y se promovía la tolerancia religiosa.

Ambas situaciones tenían que ver con las ideas ilustradas difundidas en el siglo XVIII, y con las del liberalismo que tomaron fuerza en el XIX, en las que se abrigaba la esperanza de que la libertad progresara, algo que no se creía posible si dominaban los principios de una Iglesia a la que se consideraba dogmática y contraria las aspiraciones liberales.

Para 1857, el avance del liberalismo en México logró que se eliminara en al nueva Constitución la disposición de que la religión oficial del Estado fuera la católica.

La afirmación del poder civil sobre el eclesiástico sería definitiva para lograr la secularización de la propia racionalidad de los individuos y al margen de los dictados de la Iglesia.

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